martes, 28 de junio de 2011

Serenísima tarde de San Marino, 19/06/2011

La Serenísima República de San Marino nos esperaba encaramada sobre el Adriático. Había desvíos con destino casco antiguo, desvíos que nos hacían discurrir por estrechas y arboladas carreteras, pero que parecían alejarnos de cualquier centro. Sorprendidos llegamos por fin al ¿casco? Preguntamos por nuestro hotel a unos guardias y nos indican algo así como Parking 6. Le digo a Tito que lo habremos entendido mal ¿el hotel en el parking 6, y eso qué significa? Enseguida comprendimos. El centro de San Marino está enclavado en el Monte Titano y según se asciende con el coche se han habilitado parkings para dar acceso a cada una de las zonas amuralladas. Este hotel, el Cesare, tiene una ubicación perfecta, la gente es amable y la habitación muy confortable aunque chiquitita. El extraño ambiente que habíamos encontrado a la entrada, con algunas calles cortadas y policías con traje de gala, se debía a que ese mismo día el Papa visitaba San Marino pero a la hora de la misa nosotros teníamos previsto dormir la siesta. De San Marino, el país más pequeño del mundo, me quedo con el paseo hasta las tres torres, algunas preciosas hadas que compré y que se convirtieron después en motivo de aventura en el viaje y la serenísima tarde que se quedó tras la salida del helicóptero del Papa, que pareció llevarse consigo a todos los habitantes del casco histórico, dejando con su partida un dulcísimo silencio.



quién se imagina un país dentro de otro y de esas proporciones, que además sea el estado más antiguo del mundo. estos temas geográfico-políticos siempre me han intrigado. aprovechando la coyuntura de que íbamos a estar por los alrededores lo incluí en el itinerario. en cuanto nos íbamos acercando y los polígonos industriales y outlets iban desapareciendo, fuimos viendo la bandera blanca y azul. lo que me extrañaba, es que muchas de ellas venían acompañadas de la vaticana, y aunque uno sea respetuoso con estos temas dentro de lo posible, un mini repelús se instaló en mi interior -tengo urticaria a todo lo que tiene que ver con la jerarquía eclesiástica-. me gustó la idea de que el ombligo o capital de un país estuviera instalada en lo más alto del mismo. un país con forma de merengue o suspiro. con la entrada al hotel nos enteramos de que el papa también había escogido ese día para visitar el país, ¡menuda suerte la mía! pero bueno, nos lo tomamos con humor y mientras el entretenía a sus feligreses nosotros dormimos la siesta. al despertar, tres tercios de la gente de cuando llegamos había desaparecido. habrían bajado a los valles del país? lo cierto es que dimos un paseo bajo la tenue luz del atardecer, aún quedaba algo de la tropa -talluditos y orgullosos- que se había encargado de dar las salvas de bienvenida al pontífice; conocimos por algunas esculturas conmemorativas que los nazis habían dejado un intenso bombardeo sobre la colina y disfrutamos de las hermosas vistas desde algunos puntos de la fortaleza. para cenar, y entre las opciones que teníamos, nos decidimos por el restaurante que nos pareció con más encanto cantina di bacco. aunque la comida fue solo correcta, el lugar era precioso y agradable. al día siguiente, dejamos san marino por una carretera comarcal enmarcada de viñedos.

domingo, 26 de junio de 2011

En Staffolo una mariposa se me posó en el dedo gordo del pie. 18/06/2011

Un par de vueltas en coche por Ancona, demasiado tráfico, dificultades para aparcar, se sumaron a las ganas de llegar al primero de los destinos, así que tras una rápida mirada al muelle emprendimos el camino en busca de La Ciminiera. Lo encontramos sin ninguna dificultad en un paraje rodeado de campos de girasoles y viñedos. Nos esperaba Giancarlo Tomassetti, un hombre que a sus 74 años despliega una vitalidad pasmosa. Sin que me dé tiempo a respirar y antes de que Tito baje del coche ya me estaba recomendando un restaurante en el pueblo "buena comida por poco dinero", decía con una risa de lo más franca. Subimos a echar un vistazo a la habitación, veo botellas de agua en las mesillas y paredes anaranjadas, veo una ventana que da sobre un alero del tejado y la vista se pierde entre las colinas, gran cama, un baño sencillo, estoy tan encantada que hasta el zumbido de las moscas en el exterior se me antoja delicioso. Bajamos a ver los jardines, mmmmm, la piscina, las flores por todas partes... Giancarlo nos enseña su última ocurrencia, un spa que se estrenará la próxima semana, da gusto tanto entusiasmo, nos apremia para que nos marchemos a comer, ya ha reservado así que salimos pitando. Me recuerda a mi padre antes de ponerse enfermo, siempre poniendo en marcha nuevas ideas, tienen la misma edad...
Staffolo es un pueblecito tranquilo, a esas horas apenas hay gente por la calle. Del restaurante, La Grotta del Frate, recuerdo sobre todo unos delicados canelones, también una rica ensalada, lástima que el vino que nos había recomendado Giancarlo y que nos venía al pelo, Lunático, se había agotado. La tarde se merecía esperar a que se pusiera el sol en las tumbonas del jardín. Una mariposa se me posó en el dedo gordo del pie. Cambiamos la cena por un par de cervezas en la habitación.

Aquí está Tito con Giancarlo y su esposa en la puerta de La Ciminiera


nada más bajar del avión, alucino con la miniatura de aeropuerto y lo precario de las instalaciones. me daba la sensación de que ancona iba a ser sólo un punto de llegada. así fue al entrar en la ciudad, donde todo parecía encachasado, como bañado de tierra fina. una manita de limpieza no le vendría nada mal a los alrededores del casco. la primera parada en un café para tomar algo después de haber salido de madrid casi de madrugada, nos presenta a un camarero como pasado de rosca e instalado en la inopia; a favor el maravilloso café que despachaba. ante la imposibilidad de llegar hasta el centro a pie, optamos por coger el coche, pero no tuvimos suerte con el aparcamiento. lo que pudimos ver mientras rodábamos por allí tenía otra pinta y se asemejaba más a lo que tenía en mente de una ciudad italiana con cierta historia. quizá repitamos algún día de camino a zadar en loa vecina croacia, ya que está bien conectada por ferry, y podamos descubrir algo interesante en ella que seguro lo habrá. con ganas de enseñarle a inma el lugar que había reservado para pasar nuestra primera noche en italia, tiramos hacia el centro a unos cincuenta kilómetros del núcleo urbano. ya al ir devorando carretera, el paisaje se hizo ameno, intercalando verdes de las viñas y amarillos de los girasoles. y tal cual había visto las fotos de la ciminiera en el booking, aparecía ante nosotros, tras una frondosa arboleda. por la cara de satisfacción de inma supe que había sido correcta la elección del lugar. luego vinieron la charla con giancarlo, el paseo dentro de la fortaleza de staffolo y la comida. éramos los personajes de una de esas películas italianas que recientemente habíamos visto. al regreso a nuestra residencia de ese día, conocimos a natalia, una argentina que llevaba la administración del lugar, quién nos contó un poco de historia del hotel. al despertar de la siesta, decidimos pasar la tarde en el jardín ante las inmensas vistas del valle y los pueblecitos de los alrededores, que como es menester, estaban anclados todos en sendas simas, rodeados de sus fortalezas. justamente allí, disfrutando de aquella paz una mariposa vino a saludar a inma posándose a sus pies.

La Toscana, 18/06/2011

Era el regalo sorpresa de mi cumpleaños y esta vez Tito logró despistarme, creía que íbamos para centroeuropa y llegamos a la puerta de embarque de Ryanair, en la pantalla, destino: Ancona. Y yo ni idea de dónde queda Ancona así que tiro del comodín de la llamada y me entero de que nos vamos a Italia, ¿no será hacia Florencia?, grito, ¿no será hacia Florencia?
Florencia era uno de esos destinos soñados a los que, por unas cosas o por otras, vas dando largas... Pues sí íbamos a Florencia pero el recorrido incluía varios pasos intermedios desde el Adriático al Mediterráneo, desde las Marques a la Toscana, para acabar en Bologna, donde tomar el avión de regreso una semana después.


Las primeras imágenes en mi recuerdo son de campos de lavanda, campos de cereales e inmensas extensiones de viñedos, después, calles rojizas, duomos, torres, murallas y pueblos medievales. El sabor de los vinos, las pizzas, la pasta, los helados y alguna otra sorpresa culinaria. El olor del jazmin, de los fornos, del orégano y los perfumes exquisitos de algunas tiendas. En la cabeza kilómetros de coche, aire cálido, canciones italianas y carreteras sin nombre... un fiat punto y a correr.

como cada cumpleaños, la sorpresa del destino es la clave para este regalo que nos hemos adjudicado desde que empezamos a caminar juntos. inma estaba un poco saturada de mi manía de mezclar ocio y trabajo en los viajes, y en especial mi fijación por los países del este europeo en estos últimos años. aprovechando esta circunstancia, lancé falsas pistas que tenían que ver con países centroeuropeos. pero conocía las ganas que tenía inma de conocer florencia. en base a ello le preparé un recorrido que transcurriera la mayor parte por la toscana que había visto en el cine: viñedos, carreteras comarcales, pueblecitos pintorescos y ciudades ancestrales cargadas de historia. el resultado aquí lo iremos desgranando