viernes, 1 de julio de 2011

Las uvas de la calma, 20/06/2011

Una suavísima brisa levanta el aroma de la lavanda, una copa de brut y un libro a la caída del sol. Un poco antes, la piscina rodeada de viñedos, un paseo, el campo, las sombras de los cipreses, el espacio, el espacio amplio, la calma, el silencio. Las uvas esperan a septiembre. Falcon Crest sin Ángela Channing, las uvas sin la ira. Nosotros, como si todo fuese nuestro, como si nos hubiésemos ganado tanta paz. Todo esto en Acquaviva, en Villa Grazianella, con el vino nobile de Montepulciano.











en un principio tenía prevista esta escala en castiglione del lago, una localidad a orillas del gran lago situado entre arezzo y perugia, pero desistí al ver que se parecía más a una ciudad de playa que a un entorno de la toscana fílmica. afortunadamente el booking me llevó hasta esta hermosa villa situada en  una zona vinícola, plagada de suaves y onduladas colinas cubiertas de viñedos y de hermosas casas, algunas convertidas en bodegas y otras preparadas para el turismo agrario -como lo llaman allí-. sin duda alguna, esta inflexión en el viaje fue la de mayor paz y relax. perdidos y abandonados por voluntad propia en un inmenso mar verde, sin deseo alguno de que viniesen a rescatarnos. en montepulciano se realizó el sueño de sentir, de vivir, de embadurnarse de la toscana tal cual había sido preconcebido en nuestras mentes antes de llegar a ella. éramos parte de la postal. antes de llegar y cerca de arezzo, hicimos una parada para comer. se trataba de un restaurante atendido por personal descapacitado y con unas pizas de muerte: il rintocco.



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